La dualidad femenina bajo el patriarcado

Las fotografías presentadas encapsulan una dicotomía que refleja de manera poderosa cómo el patriarcado impone roles rígidos y contradictorios sobre las mujeres. En un espacio dividido tanto en estética como en función, la imagen ilustra la tensión entre las expectativas tradicionales y las demandas modernas de una sociedad patriarcal.

La imagen presenta a Aida Terrones la modelo española residente en Netherlands, como una mujer con un atuendo sofisticado, que podría asociarse con poder y autonomía en un ámbito profesional, sosteniendo una laptop en un entorno que alude al trabajo moderno. Sin embargo, en paralelo, aparece atada con una cadena frente a una plancha y ropa para planchar, símbolos evidentes de las responsabilidades domésticas históricamente asignadas a las mujeres. Esta dualidad pone de manifiesto cómo el patriarcado no solo define roles, sino que también sobrecarga a las mujeres al exigirles que sobresalgan simultáneamente en ambos ámbitos.

El contraste de colores – un lado monocromático y otro en tonos vivos – refuerza la narrativa. La parte en blanco y negro evoca lo tradicional, lo estático y lo normativo, mientras que el lado en color representa el dinamismo, el progreso y la lucha por redefinir las identidades femeninas.

La presión de ser una “supermujer”, que equilibra exitosamente la carrera, la familia y las expectativas sociales, es un producto del patriarcado moderno. Aunque el acceso al ámbito laboral ha mejorado para las mujeres, esta “liberación” frecuentemente no viene acompañada de una redistribución equitativa de las tareas domésticas y de cuidado, perpetuando la desigualdad.

En la fotografía, las cadenas visibles son un elemento clave. Simbolizan cómo estas expectativas actúan como restricciones que limitan la verdadera libertad y autonomía. Aunque la mujer puede vestir con poder y sostener herramientas de modernidad, sigue anclada a las tareas domésticas por estas cadenas invisibles de la tradición y la presión social.

Las imagenes pueden ser interpretadas como una crítica al patriarcado, que obliga a las mujeres a navegar entre dos mundos, a menudo enfrentando juicios y exigencias imposibles. También abre la discusión sobre la necesidad de una transformación cultural que no solo permita a las mujeres acceder a espacios de poder, sino que también redistribuya equitativamente las responsabilidades en el hogar.

En una sociedad realmente equitativa, los objetos y elementos en la fotografía no tendrían género. Las tareas domésticas y los logros profesionales no estarían vinculados a un solo grupo, y las cadenas que simbolizan las restricciones patriarcales serían finalmente rotas.

Estas fotografías no solo son una obra artística que invita a la reflexión, sino también un llamado a la acción. Es un recordatorio de que, aunque hemos avanzado, queda mucho por hacer para desmantelar el patriarcado y construir una sociedad en la que las mujeres no sean definidas por estándares contradictorios, sino por su propio potencial y aspiraciones.

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